Varias respuestas a un solo llamado

La muerte inesperada es un llamado que puede ser asimilado como una incitación a realizar un camino de crecimiento, como una oportunidad o como un castigo. Frente a este llamado, ¿cómo podemos reaccionar?

Negando la realidad

Es una manera de no darse la oportunidad para saber qué es lo que está pasando con esta muerte inesperada dentro de uno mismo. De lo único que habla es de cómo ha perdido el "paraíso" con esta muerte.

Con esta actitud de negación puede estar hiriéndose o hiriendo a otros. En esta circunstancia es frecuente dejarse influir por lo que los otros dicen o piensan de lo sucedido. Se reprime el dolor. No se acepta la angustia y la tristeza.

Sintiéndose una víctima

Se siente sometido a un suceso que lo desespera y lo deja como inválido, esperando ser tratado, entonces, de un modo especial y comprensivo.

El desamparo lo domina y busca la dependencia de otros como manera de enfrentar sus sentimientos de desvalorización y falta de autoestima.

Aprovechándose de la tragedia

Para obtener una ganancia personal sin consideración ética alguna. La muerte inesperada aparece como una oportunidad de beneficio y ganancia para los propios intereses.

Colocándose en el lugar de mártir

La muerte inesperada lo hace colocarse en el lugar de víctima, intentando manipular a los otros por medio de la culpa. Ahoga, es posesivo y codicioso de los otros.

Buscando lo perfecto

Ante este cataclismo hay que buscar la respuesta adecuada y correcta. La muerte inesperada es asimilada como una pregunta a la cual hay que encontrarle una respuesta precisa.

Destruyendo

Siente una gran pérdida y un gran dolor. Todo lo que está alrededor deja de ser motivo de ilusión y de expectativa. Este comportamiento, que abarca una gran gama de posibilidades, puede llegar hasta el suicidio como reacción ante una muerte inesperada.

Refugiándose en el desborde

Ante la muerte inesperada puede nacer la búsqueda de refugio en el desenfreno, la lujuria, en el dejarse arrebatar por la pasión, el descontrol; todo, antes de aceptar la soledad.

Aferrándose a un proyecto

Se siente herido y el mundo se convierte en una carga, de la cual sólo puede salir adelante desarrollando una tarea de modo obsesivo, para intentar tapar con la hiperactividad el dolor y la pena.

Controlando todo

La muerte inesperada puede generar descontrol. Hay que controlar la situación a cualquier precio, organizar todo y a todos de modo que no haya cabos sueltos e imponer su autoridad para enfrentar este momento.

Desvalorizándose

Sentirse "chiquito" y con muy baja autoestima. Dejar que los pensamientos negativos nos dominen y sentir que no podemos hacer nada ante esta circunstancia. "El babeo de asco de mi nada" (Santa Teresa de Jesús, Moradas).

Juzgando y criticando

Criticamos de un modo implacable. Nos volvemos fríos, lógicos, racionales, rígidos, vacíos de sentimientos. Nadie hace lo que debe o como se debe.

Dramatizando

Transformar esta muerte inesperada en un circo, una especie de telenovela dramática, donde la persona es el centro de atención del espectáculo que ha montado.

Aceptando

Lo que la vida propone como una oportunidad de aprender y de crecer, dolorosa pero dirigida a ayudarnos a avanzar en nuestro camino de evolución como personas.