La textura de la depresión

Desde el punto de vista de sus manifestaciones exteriores la depresión* aparece esencialmente como la falta o el déficit de la energía psíquica y que puede estar causada por la muerte de un ser querido, la ruptura de una relación de amor, la frustración de un proyecto o un objetivo, el declinar de la vida y por mil razones más.

Esta caída energética se traduce en el descenso del humor que se transforma en triste y afligido; pero hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos, aun cuando se trata de muertes inesperadas, estos sentimientos se reprimen y la depresión se expresa por la vía de síntomas corporales. El síntoma está, entonces, en el lugar del afecto.

Carlos había perdido a su mujer hacía pocos meses en un accidente de aviación. No pudo llorar, apenas si parecía sufrir. De pronto, súbitamente, un infarto lo mató. Su corazón había hablado por el dolor que no se había permitido vivir.

Pero cuando la depresión se hace manifiesta se muestra por medio de una serie de rasgos entre los cuales conviene destacar:

  • Pérdida de interés o placer por las actividades habituales: La persona siente abatimiento, pérdida del placer de vivir, estrechamiento de la esperanza puestas en el futuro y descontento generalizado. Nada de lo que hacía le produce gusto o disfrute. En circunstancias de muertes inesperadas puede aparecer la hiperactividad como manera de negar el dolor aunque la falta de placer se mantiene.

  • Pérdida del apetito o de peso:Aunque en algunos casos puede darse lo contrario, este síntoma constituye un elemento importante de la depresión, que inclusive puede llegar a la anorexia, y simboliza el deseo de dejar de vivir vinculado a fuertes sentimientos de culpa.

  • Fatigabilidad y cansancio:La persona se cansa rápidamente, tiene poca resistencia y una sensación inmotivada de fatiga, aun cuando recién se haya levantado de dormir. Toda tarea, física o mental, representa un gran esfuerzo y el aburrimiento hace presa fácilmente de su vida, hasta llegar a convertirse en vacío y tedio.

  • Trastornos en el sueño:Tales como mal dormir, dormir mucho pero de manera irregular, pesadillas, angustia antes o después de dormir, etc. En el caso de muertes inesperadas es frecuente la aparición de sueños traumáticos o sueños en los cuales la persona muerta aparece viva.

  • Disminución o pérdida del interés sexual:También, como ocurre con la comida, puede aparecer una exaltación sexual pero acompañada de frustración e insatisfacción, aunque lo habitual es la falta de deseo y ganas de vincularse sexualmente. En muchos casos de muertes inesperadas aparece la temática de "ahogarse en el sexo" para olvidar.

  • Dificultades para concentrarse y razonar:Se trata más de una vivencia subjetiva que de una realidad evidenciable en los desempeños objetivos. Sin embargo, el paciente se siente torpe para pensar, hablar y hacer, y esta creencia se traduce como un enlentecimiento general de estas funciones.

  • Sentimientos de culpa y/o ruina:La persona, durante el estado depresivo, tiene una tendencia a autorreprocharse, culparse y autorrecriminarse todo, aun aquello de lo cual no es responsable. Al mismo tiempo siente que todo su mundo está destruido y hecho pedazos y que esto es debido a sus acciones u omisiones. Esto explica, en parte, las ideas de suicidio y de muerte que aparecen aquí.

  • Pérdida de la autoestima, sentimientos de incapacidad y de impotencia:La depresión es el fruto de una herida en el amor propio, de verse el yo, neuróticamente, abandonado y dejado de lado. El sujeto explica esta situación diciéndose que si no lo aman es porque no lo merece. Su estima está, por lo tanto, muy menoscabada y se siente "muy poca cosa". En el caso específico de las muertes inesperadas se agrega el factor de no haber sido capaz de hacer algo para evitarla y esto puede convertirse en una vivencia de condena perpetua, una especie de rumiación mental de castigo.

  • Trastornos neurovegetativos:En la depresión suelen aparecer alteraciones orgánicas de diversa naturaleza, que van desde la constipación hasta la anemia, pasando por trastornos cardíacos y respiratorios, generalmente funcionales pero que pueden devenir lesionales.


Para mayor información sobre la depresión, puede consultarse el trabajo anterior del autor, "Los afectos están para ser sentidos", Buenos Aires, Ediciones Continente, 1997.