El cielo y el infierno

Dos amigos tenían una duda que nadie era capaz de resolverles, por eso decidieron ir en busca de una de las mujeres más sabias que había por la zona.

Tras caminar un buen rato por el bosque finalmente llegaron a su casa: una pequeña cabaña junto a un bonito lago.

—Buenas tardes, muchachos, ¿qué os ha traído hasta aquí? —les dijo amablemente la anciana.

—Buenas tardes. Queríamos hacerle una pregunta que nadie ha sabido respondernos hasta ahora.

—Decidme, decidme —contestó de nuevo la mujer mientras servía tres tazas de té.

—Nos gustaría saber la diferencia que hay entre el cielo y el infierno —le dijeron los dos amigos mientras aceptaban las infusiones.

—Vaya, una pregunta difícil —susurró la anciana.

Dejó pasar unos minutos y, tras respirar lentamente, comenzó a hablar.

—Veo una montaña de arroz recién cocinado, muy sabroso y todavía humeante. A su alrededor hay muchos hombres y mujeres, pero todos ellos están muy hambrientos y desnutridos.

»Sus palillos de comer son más largos que sus propios brazos y por más que lo intentan, no pueden llevarse ni un solo grano de arroz a la boca.

La mujer se mantuvo en silencio durante unos instantes, tomó un pequeño sorbo de su té y volvió a hablar de nuevo.

—Veo también una montaña de arroz recién cocinado, igual de humeante y sabroso que el anterior. Y a su alrededor hay muchos hombres y mujeres, todos ellos se miran satisfechos, están muy bien alimentados y sus rostros reflejan verdadera felicidad.

»Sus palillos de comer también son más largos que sus propios brazos, pero han decidido darse la comida los unos a los otros.