Desarrollar la comprensión, la independencia y el res­peto propios no resulta sencillo, aun cuando el viaje sólo conste de cuatro fases o etapas. El tercer chakra rebosa de energía: las energías de las ambiciones personales, el sentido de la responsabilidad y el respeto por nuestras fuerzas y de­bilidades, y también las energías de los miedos y secretos que aún no nos atrevemos a encarar. Dado que solemos estar des­garrados por conflictos personales, nos produce una gran turbación encontrarnos con el desafío espiritual de "vaciar­nos para poder llenarnos", morir de cara a los viejos hábitos e imágenes propios para renacer. Sin embargo, el camino del desarrollo de la independencia y madurez es mucho más que un acto psicológico de salud. Convertirse en experto del proceso interior del conocimiento propio y de la visión simbólica es una tarea espiritual fundamental que lleva al creci­miento de la fe en uno mismo.

Me encanta la historia de Chuck porque capta la esencia espiritual del Respétate a. ti mismo.Chuck procedía de una familia muy tradicional de la Europa del Este. La influencia de su familia era fuerte en todos los aspectos, actitudes so­ciales y valores religiosos. Chuck era el raro de la familia: no le gustaban los deportes ni las fiestas con cerveza y se sentía atraído por ideas y amistades liberales. Cuando estaba en se­gunda enseñanza ya llevaba una doble vida, manteniendo fuera del ámbito familiar sus intereses y amigos. Al acabar los estudios secundarios ya sabía que era homosexual, lo que intensificó su necesidad de esa doble vida, pues sabía que su familia sería incapaz de aceptar su homosexualidad. Dejó su casa para viajar al extranjero y enseñar en otras culturas; dominaba varios idiomas.

Cuando finalmente se estableció de nuevo en su ciudad, había recibido varias condecoraciones académicas, pero esta­ba deprimido. Cuando lo conocí era evidente que necesitaba dejar sus viajes externos y aventurarse dentro de sí mismo. Hablamos de su vida desde el punto de vista simbólico, reco­nociendo que el verdadero motivo para vivir fuera había sido que se sentía incómodo por ser el raro de la familia. Deseaba angustiosamente ser aceptado por su familia, pero sabía que aún le hacía falta aceptarse él a sí mismo. Todavía no podía vi­vir francamente como gay, y eso le preocupaba. «No creo que haya aceptado ser gay, cuando las únicas personas que co­nozco son mis amigos gay. Mi mayor temor, si exploro mis sentimientos, es descubrir que el problema de fondo es que no puedo aceptarme verdaderamente. ¿Qué puedo hacer?»

Chuck se dedicaba a estudios de misticismo y era fiel a una práctica espiritual que consistía en oración, meditación y culto en la iglesia. Le sugerí que hiciera un peregrinaje a los lugares espirituales sobre los que tanto le gustaba leer, y que dirigiera su intención espiritual hacia la aceptación de sí mis­mo. Me citó la frase de un amigo que le había dicho: «El pe­regrinaje es misticismo extrovertido, al igual que el misticis­mo es un peregrinaje introvertido.»

Al verano siguiente emprendió un viaje por Europa para visitar Fátima, Lourdes y varios lugares más que para él re­presentaban lo sagrado. En cada lugar realizó una ceremonia espiritual, en la cual se liberaba de una parte de su pasado y pedía capacidad para aceptarse totalmente. Cuando volvió a casa había cambiado. Estaba libre y «vivo», del modo en que hemos de estarlo todos. Se había desprendido de su sombra y parecía irradiar luz. Una de las primeras cosas que hizo fue reunir a sus familiares ydecirles que era homosexual. Estaba preparado para una reacción negativa, pero con gran alegría por su parte, ellos lo aceptaron. El viaje espiritual le había per­mitido conquistar la independencia de su pasado y de sus temores por el mañana, y una profunda fe en sí mismo.

Todos estamos en una especie de peregrinaje, aunque evi­dentemente no es necesario viajar a lugares sagrados físicos ni realizar ceremonias para liberar el pasado. Lo que sí es necesario, sin embargo, es viajar espiritualmente y despren­dernos de los miedos que nos impiden reconocer la belleza de nuestra vida, y llegar a un lugar de curación y autoaceptación. Podemos hacer diariamente ese viaje en la intimidad de nuestras oraciones y meditación.

La difunta poetisa Dorothy Parker comentó una vez: «Detesto escribir. Me encanta haber escrito.» Lo mismo po­dría decirse del desarrollo del poder personal: una vez que hemos llegado es como el cielo, pero el viaje para llegar allí es largo y arduo. La vida nos lleva implacablemente a com­prender la importancia de las palabras de Polonío en Hamlet:«Sé sincero contigo mismo.» Porque sin poder personal la vida es una experiencia terrible y dolorosa.

Trabajar con la intuición no nos permite evitar el desa­fío de encarar nuestros miedos. No hay ningún atajo para convertirse en una persona sana y completa, y desde luego las capacidades intuitivas no son la respuesta, sino sencilla­mente la consecuencia natural de tener autoestima.

Biológicamente estamos hechos para aprender esta en­señanza: el cuerpo prospera cuando el espíritu prospera. El tercer chakra encarna la verdad sagrada Respétate a ti mis­mo,verdad respaldada por el sentido simbólico de las sefirot de Nétzaj y Hod y por el sacramento de la confirmación. Cuando adquirimos la fuerza y el vigor que proporciona vi­vir con autoestima, nuestras capacidades intuitivas emergen naturalmente.