Los Nearing y Sogyal Rimpoché han aprovechado el po­der de la mente impersonal. Pero explicar la conciencia so­bre el papel tiene sus limitaciones, debido a las cualidades inefables de la espiritualidad. Como dice el koan zen: «Si se puede decir qué es, no es eso.»

Recuerdo claramente a la profesora que me introdujo en el pensamiento budista e hindú. Para el examen final, nos lle­vó a los cinco alumnos a pasar un fin de semana en un lugar de retiro y nos explicó las reglas: estaba prohibido hablar, y usar o mirar cualquier tipo de reloj. Durante la noche des­pertaba a un alumno, éste adoptaba una postura yóguica, yentonces ella le hacía preguntas: ¿Cómo habla un cristiano de la naturaleza de Dios? ¿Cómo habla un budista de la na­turaleza de la realidad? ¿Cuál es la verdad de la vida eterna? ¿Cuál es la finalidad de esta vida? Las preguntas eran pro­fundas e incisivas. Lo que evaluaba no era la calidad de las respuestas, sino nuestra adhesión a cualquier escuela de pen­samiento en particular. Si notaba que estábamos adheridos a una forma de verdad más que a otra, no habíamos aprendi­do la lección de su clase: toda verdad es la misma en el plano de la verdad propiamente dicha. Que la verdad se «acultura» es una ilusión. En su opinión, esto es la esencia de lo que significa tomar conciencia: buscar la verdad separada de su forma social o cultural. Cuando miro hacia atrás y pienso en su influencia en mí, creo que ella sentó las bases de mi capa­cidad para la visión simbólica.

¿Cómo podemos trabajar con la mente para agudizar nuestro sistema mental perceptivo y adquirir la habilidad de penetrarlas ilusiones? Como ocurre con todos los objetivos, es necesaria cierta disciplina para hacer un progreso apreciable. El caso siguiente representa la manera equivocada de emprender la tarea de tomar conciencia.

Oliver era un hombre de negocios muy próspero, pero había llegado a un momento de su vida en que deseaba ha­cer algo que tuviera más sentido. Trató de trabajar en diver­sos proyectos que representaban actividades sociales muy útiles, pero ninguno le pareció adecuado para él. Oró pi­diendo orientación respecto a qué hacer con su vida. Final­mente concertó una entrevista con un maestro espiritual de fama internacional. La visita fue de diez minutos, durante los cuales el maestro le dijo que su tarea consistía en «esperar y disponerse». Así pues, «esperó»; esperó en París, en Roma, en Oriente. Esperó en hoteles de primera categoría y be­biendo capuchinos en la Riviera. Finalmente llegó a la con­clusión de que «esperar» era inútil. Volvió a revisar los pro­yectos y firmó cheques para respaldarlos. Pero su corazón continuó vacío. En mi opinión, el maestro espiritual le dio la única instrucción que no podía seguir comprando algo. Si hubiera sido capaz de «esperar» en el sentido espiritual, entrar en su «interior» y aceptar los pasos que se le pedía dar, por humildes que fueran, habría comenzado a recibir su res­puesta.

En muchos sentidos, el desafío espiritual de «esperar» para transformarse en una persona diferente aporta más al mundo que financiar un nuevo hospital. Esto puede resultar difícil de entender. No estamos acostumbrados a valorar lo que no podemos ver, y no podemos ver el poder que emite una psique sana. Así, aquellas personas cuyo trabajo es «esperar para hacerse» suelen considerarse inútiles.

Pero «esperar para hacerse» es el sentido simbólico de ser «llamado a ordenarse», es decir, permitir que lo Divino despierte esa parte del espíritu que contiene la esencia de lo que la persona es capaz de aportar a los demás y a sí misma. La mujer que después sería conocida con el nombre Peace Pilgrim (Peregrina de la Paz) representa este proceso espiri­tual de permitir que lo Divino abra una puerta.

Peace Pilgrim, que fue el único nombre que usó esta mu­jer durante los veinticinco últimos años de su vida, llevó una vida humilde y profundamente espiritual, durante la cual oró pidiendo que se le mostrara un camino de servicio. A los cin­cuenta y dos años escuchó a su guía interior, que le ordenó que caminara continuamente por el país en favor de la paz. Ésas fueron las instrucciones de su «ordenación». Así pues, sin llevar nada más que lo puesto, comenzó a caminar, y «ca­minaba hasta encontrar un lugar donde le dieran un sitio pa­ra descansar y comía lo que le ofrecieran». Su vida se convirtió en una afirmación del poder de confiar totalmente en que Dios proveerá nuestras necesidades.

Durante sus veinticinco años de peregrinaje, Peace Pilgrim influyó en la vida de centenares de miles de personas, a las que su increíble compenetración con la intervención divina producía un respeto reverencial. La oí contar dos his­torias que me conmovieron profundamente. Una vez iba por un camino rural y la temperatura bajó muy rápidamente. No iba preparada para ese repentino cambio ni estaba cerca de ningún lugar donde pudiera encontrar refugio, y hacía un frío intenso. Entonces oyó una voz que le decía: «Métete de­bajo del siguiente puente.» Siguió el consejo y bajo el puen­te encontró una caja lo bastante grande para meterse dentro. Dentro de la caja había una almohada y una manta. Cuando me contó esta historia, dio por sentado que yo entendería que esas cosas habían sido colocadas allí por Dios.

Comentó que durante su vida había pasado por ciclos de aprendizaje sobre el conflicto. Primero tuvo que experimen­tar conflictos externos y después internos. Cuando finalmente entregó su vida a Dios, fue bendecida con el don de aprender sin conflictos. Peace Pilgrim llegó a ser una fuente de sabidu­ría infinita, que es la esencia de la sefirá de Jojmá, y de entendimiento y razonamiento divinos, que es la esencia de Bina. Se convirtió en la personificación del espíritu ordenado y en una experta en visión simbólica. Vivía en total armonía y con­fianza con So Divino.

Sus instrucciones a los demás, de conformidad con la naturaleza de la verdad, eran muy sencillas: «No como ali­mentos basura ni pienso pensamientos basura», lo que sig­nifica que hay que respetar el cuerpo, la mente, y el espí­ritu.

Desarrollar la mente impersonal es tarea de toda la vida, en parte porque es un desafío muy importante y en parte porque nos lleva a las profundidades de nuestras ilusiones y miedos. Tenemos que reconstruirnos de dentro hacia fuera, proceso que siempre produce numerosos cambios en nues­tra vida. Aún no he conocido a la persona que al seguir un camino de despertar consciente no haya tenido que pasar por un período de «espera», durante el cual su interior se re­construye. Y como ocurre en todos los asuntos del espíritu, una vez que se inicia el camino no hay vuelta atrás.

Las siguientes instrucciones ofrecen un punto de parti­da para desarrollar la mente impersonal y lograr la visión simbólica, es decir, la capacidad para penetrar las ilusiones y comprender el poder energético que actúa entre bastidores. Preparé estas instrucciones teniendo presente las sefirot que se corresponden con el sexto chakra, Jojmá y Bina. Seguir estos pasos podría servirle para lograr la visión simbólica y aumentar su capacidad para llegar a la dimensión del razo­namiento divino.

  1. Adopte una práctica de introspección y esfuércese en to­mar conciencia de lo que cree y por qué.
  2. Mantenga la mente abierta y aprenda a percatarse de cuán­do se le está «cerrando».
  3. Interprete la actitud defensiva como un intento de impe­dir la entrada de intuiciones nuevas en su campo mental.
  4. Reconozca que todas las situaciones y relaciones tienen importancia simbólica, aunque no logre entender inme­diatamente cuál es.
  5. Ábrase para recibir orientación e intuiciones a través de los sueños.
  6. Trabaje para liberarse de cualquier pensamiento que fo­mente la autocompasión o la rabia, o que culpe a otra per­sona de cualquier cosa que le haya ocurrido.
  7. Practique la objetividad. Tome decisiones basándose en las mejores evaluaciones que pueda hacer en el momento inmediato, en lugar de esforzarse en conseguir un resulta­do concreto.
  8. Absténgase de emitir cualquier juicio, no sólo aquellos dirigidos en contra de personas y situaciones, sino también los que atañen al alcance o la importancia de las tareas. Re­cuérdese constantemente la verdad superior de que no es posible ver todas las realidades y detalles de ninguna si­tuación, ni visualizar las consecuencias a largo plazo de sus actos.

Aprenda a reconocer cuando está influido por un miedo. Inmediatamente, distánciese de ese temor observando su influencia en su mente y emociones; después, tome deci­siones que debiliten la influencia de ese miedo. Sepárese de todos los valores que apoyen la creencia de que una vida próspera significa lograr determinados ob­jetivos. Considere la vida próspera como un proceso de lograr el autodominio y la capacidad de aprovechar los de­safíos que le presenta la vida. Visualice el éxito como una fuerza energética, no una fuerza física. Actúe siguiendo su guía interior, y renuncie a la necesidad de «pruebas» de que su guía interior es auténtica. Cuantas más pruebas pida, menos probable es que reciba alguna. Centre toda su atención en el momento presente; abstén­gase de vivir en el pasado o de preocuparse por el futuro. Aprenda a confiar mucho más en lo que no puede ver que en lo que puede ver.