El poder de elección

La energía del segundo chakra nos sirve para evolucio­nar y trascender la energía colectiva de la tribu. La elección nace de los opuestos, y la dualidad del segundo chakra nos impulsa a elegir en un mundo de opuestos, de modalidades de energía positiva y negativa. Cada elección que hacemos aporta una sutil corriente de nuestra energía al Universo, que es sensible a la influencia de la conciencia humana.

Administrar o manejar el poder de elección, con todas sus consecuencias creadoras y espirituales, es la esencia de la experiencia humana. Toda enseñanza espiritual tiene por finalidad estimularnos a reconocer que el poder de elegir es la dinámica que convierte el espíritu en materia, la palabra en carne. La elección es el proceso mismo de la creación.

El hecho de que nuestras elecciones entretejan nuestro espíritu en los acontecimientos es el motivo de que las prin­cipales tradiciones espirituales se hayan formado en torno a una enseñanza esencial: elige sabiamente, porque cada elec­ción que haces es un acto creador de poder espiritual del cual eres responsable. Además, cualquier elección hecha a partir de la fe tiene todo el respaldo del poder del cielo, de ahí que «la fe del tamaño de un grano de mostaza puede mover una montaña», pero cualquier elección hecha a partir del miedo es una violación de la energía de la fe.

Sin embargo, la elección tiene un aspecto misterioso, porque jamás sabremos completamente el resultado total de ninguna elección que hagamos. Una enseñanza primordial del segundo chakra es la naturaleza paradójica de la elección. Lo que parece correcto puede resultar que estaba equivoca­do; lo que parece bueno puede acabar siendo malo. Justo cuando todo va sobre ruedas, el caos lo estropea todo.

Paradójicamente, si bien la energía del segundo chakra nos inclina a tratar de controlar nuestra vida, la enseñanza es que no podemos estar al mando. Somos seres físicos y energéticos, pero, dado que el mundo externo no se puede con­trolar, la tarea que tenemos por delante es dominar nuestras reacciones interiores al mundo externo, es decir, nuestros pensamientos yemociones.

En todo caso, todos batallamos en un ciclo aparente­mente interminable de decepciones en el cual tratamos de controlar nuestra vida. Buscamos sin cesar una elección fan­tástica que lo ponga todo en orden permanente, deteniendo el movimiento del cambio lo suficiente para establecer un control definitivo sobre todos y todo. ¿Es ésa la profesión ideal? ¿Es ése el cónyuge ideal? ¿Es ésa la ubicación geográ­fica ideal? Al buscar constantemente esa única elección co­rrecta, damos forma al miedo al ritmo cambiante que es la vida misma. Al buscar a esa sola persona o cosa externa que nos proporcione paz, estabilidad, amor y salud para siempre, dejamos de lado el poder más auténtico que está «detrás de nuestros ojos, no delante». La verdad contenida en la na­turaleza paradójica del dualismo es la siguiente: No es lo que elegimos lo que importa; el poder para influir en el resulta­do está en el motivo para hacer determinada elección.

El reto que nos presenta el segundo chakra es conocer qué nos motiva a elegir lo que elegimos. Conociendo nues­tros motivos conoceremos el contenido de nuestro espíritu. ¿Estamos llenos de miedo o llenos de fe? Cada elección que hacemos contiene la energía de la fe o la del miedo, y el re­sultado de toda decisión reflejará hasta cierto punto esa fe o ese miedo. Esta dinámica de la elección nos garantiza que no podemos huir de nosotros mismos ni de nuestras decisiones.